3000 botellas. Esta soberbia manzanilla pasada proviene de una solera de quince botas que pertenecen ya al patrimonio vínico universal. Bajo la dirección de Eduardo Ojeda, que en la última década ha estado al cuidado del Capataz Cabo, un jerezano en Sanlúcar que representa como pocos la excelencia en la tradición de los responsables de bodegas del Marco. Una característica que contribuye a hacer único este vino y darle un inigualable carácter biológico (intensas y aceradas sensaciones salinas en boca) es que las botas están llenas, siempre con vino procedente de viñedos sanluqueños, casi 'a tocadedos', muy por encima del nivel de 5/6 habitual en el Marco del jerez